Llevamos bastante más de una década y media en que el panorama social en la hermana República de Feudalia vive, come y duerme atravesado por la renombrada grieta. Una noche de premios, a un periodista de la República se le ocurrió mencionar la palabrea para enunciar el desacuerdo a dos aguas que aqueja el país, y ahí quedó el término. Grieta por aquí, grieta por allá, las posiciones de los dos grandes bandos de la sociedad, fijos como son, tercos como hablan, solo se mueven para alejarse del otro y así hacer más grande nuestro destino de grieta. Ninguna o casi ninguna de las voces que se escuchan por ahí se preocupa demasiado por asumir una mirada crítica, basta con que una opinión sea la de este lado dela grieta para asumirla como propia y defenderla hasta la fatiga, intelectual, del otro. Aunque el objeto de la defensa provoque más sonrojo que otra cosa. Son cosas de los pensamientos perezosos, más sencillo es confirmar lo que ya vengo pensando que enfrentarme a mi propio pensamiento. Muchos confunden, porque la práctica lo confirma, tomar partido con sacar partido. Hay algunos casos que frente a realidades insoslayables – pobreza creciente, vacunación militante, precios descontrolados y tantos otros éxitos de los diferentes gobiernos- han expresado su queja, su hasta aquí llegó mi amor, su me planto. Honrosas como son, son excepciones. La mayoría continúa apoltronada cada una en su lado tirando piedras al otro, que así se aleja cada vez más. Esta es la oportunidad.
Los lados opuestos de la grieta mantienen un diálogo de ciegos como los enamorados, que no va a llevar a nada. Seguirán separándose poco a poco, agrandando la grieta más y más. Y cuanto más se ensanche la grieta, más espacio fértil quedará para los otros, para nosotros, los que desdeñamos los lados, los pensamientos precocidos, la ceguera. Como si de una historia de Garcia Marquez se tratara, deberíamos alentar la grieta, empujar los bordes, hasta que nos quede un terreno claro, amplio, limpio donde refundar un país como la gente. Está claro que con ninguno de los extremos de la grieta eso será posible.
Ya veremos lo que nos queda, porque esta dinámica grietista es autodestructiva como pocas. Cierto, no para todos, nuestros electos suelen beneficiarse de la grieta y de la distancia, por eso la alientan, la azuzan, sobre todo en época de elecciones, que es la mitad de nuestras vidas. La mejor forma de asegurarse que los corderitos de este lado vayan y pongan su voto con el nombre del politicen de guardia es alimentar un odio artificial hacia el otro lado, o lo que es lo mismo, el miedo a lo que pueda venir si es el otro lado el que gana, sin mencionar como vivimos durante todos estos años, lustros, décadas en los que gobernaron ellos. Lo más lamentable es que los intereses oscuros de unos cuantos políticos, que es casi equivalente a delincuentes, haya provocado el odio verdadero, real, palpable, el que provoca que amigos no se hablen, que familiares no se vean, que sean imposibles los encuentros con personas con opinión diferente.
Ampliar la grieta en Feudalia es la tarea, y sembrar trabajo en el espacio que nos quede a los no binarios, los que no nos creemos sus patrañas. A los que estamos hartos de tanta estupidez ambiente.